De qué está hecho un buen diseño: un caso básico

Cuando la creatividad combina la estética y la funcionalidad, grandes diseños comienzan a suceder.

Hace unos meses publiqué un post en donde criticaba un bloque, similar a un Lego, utilizado como tarjeta de presentación. El comentario generó una tremenda polémica ya que, independientemente de lo «novedoso» que pudiera parecer, no era funcional. Nunca me imaginé a un señor arquitecto cargando diez «legos» en el bolsillo rumbo a una conferencia; tampoco sabría qué hacer cuando a mí me dieran uno de ellos y tuviera que abrir mi tarjetero para guardarlo… la verdad, francamente, tampoco lo tendría en mi escritorio cuando hoy día, me hace falta espacio y no objetos que me lo quiten.

Y aquí llega un diseño que me da la razón. Se trata de una «tarjeta» para un profesor de batería; la tarjeta es también a su vez, una baqueta y un lápiz. En este sentido sí me puedo imaginar a un baterista y profesor llevando baquetas y perfectamente me puedo imaginar a un alumno que quiera ser baterista, guardándola o ya, en el peor de los casos, usándolas como lápiz; un objeto plenamente funcional y de uso diario.

En este sentido, se comprueba una verdad contundente que todo diseñador y creativo debe aprender antes de innovar o tratar de hacerlo: Un buen diseño tiene dos columnas y si una de ellas falla no sirve: Estética y Funcionalidad.