
Las grandes firmas de consultoría siguen ofreciendo sus servicios cobrando por hora. Pero… ¡oh, sorpresa!, su competencia actual, los algoritmos, no cobran ni siquiera un minuto… y a veces hacen mucho más. La IA en la consultoría de negocios… ¿es un cohete que la turbocarga… o es su veneno más discreto, puro y letal?
Analicemos el paradigma y al final tú mismo podrás emitir una sentencia.
Mientras la mayoría de los consultores junior pasan horas buscando datos, destilándolos y acoplándolos a su cliente, para luego crear presentaciones vistosas, una IA bien entrenada ya hizo una profunda investigación, estructuró la información ad hoc al cliente, compiló el reporte, armó la presentación y hasta sugirió las conclusiones… en menos de la mitad del tiempo.
¿Estamos presenciando el ocaso de la consultoría tradicional?
I. ¿Facturar tiempo perdido?
Un consultor promedio dedica 19% de su tiempo buscando información y hasta 70% armando presentaciones. En contraparte, sus clientes senior pasan 2.5 horas semanales leyendo reportes.
Eso no es consultoría. Es un desperdicio de horas-persona. Es trabajo de hormigas obreras. Un absurdo de lentitud en medio de un paradigma de IA que se mueve a velocidad luz.
Y no hablamos solo de un tipo de consultor, como los financieros o los legales. Los de marketing, negocios, sostenibilidad y otros, también sufren de lo mismo porque históricamente han basado buena parte de su oferta en entregables de alto diseño, pero en ocasiones con bajo impacto.
Ahora que la inteligencia artificial en consultoría puede automatizar una buena parte del trabajo —con precisión, velocidad y estética profesional— la pregunta no es si el modelo está cambiando…
La pregunta es si queda algo por cobrar en un paradigma donde la IA está matando el concepto del cobro basado en número de horas y en reportes y sugerencias extensas.
II. IA en la consultoría de negocios: de equipo completo a prompt solitario
Con herramientas de IA que pueden ser extraordinarias para negocios como ChatGPT, Perplexity y Gemini, sumadas a creadores de presentaciones como Gamma, un consultor puede emular el trabajo de una célula entera:
- Investigación documental
- Análisis estratégico
- Adaptación específica al cliente
- Resúmenes ejecutivos
- Generación de presentaciones con narrativa y visuales
Esto aplica especialmente en consultoría estratégica, donde los entregables se han vendido históricamente como productos en sí mismos.
Pero no todo es color de rosa…
El problema no es que hoy existan súper herramientas.
El problema es confundir accesibilidad de herramientas con maestría en un área. Expliquemos esto…
III. El nuevo “consultor sin bisturí”
Vivimos una época donde parecer brillante es más fácil que nunca.
Con tres prompts bien afinados, puedes obtener un informe perfectamente estructurado, con lenguaje técnico, referencias elegantes y recomendaciones que suenan estratégicas.
Literalmente puedes sonar como un senior de McKinsey. Pero no lo eres.
Y ahí está el problema.
Tengo un conocido —se vende como consultor senior en negocios— que maquila todos sus entregables con ChatGPT. ¿El resultado? Textos impecables y documentos bien estructurados… pero a veces con ideas delirantes. Recomendaciones imposibles de implementar, sugerencias fuera de contexto, y una desconexión total con la realidad del cliente. Esto exhibe a quienes no saben usar la IA.
¿Lo peor? Sus clientes ni siquiera lo notan al principio.
Porque el documento está muy bien redactado.
Porque la IA escribe como egresado de Harvard, aunque no piensa como un profesional de Harvard, aunque le des ese rol en el prompt.
Tú eres el piloto, la IA tu asistente, no al revés
La IA puede redactar como experto, sin serlo; porque la expertise no solo es conocimiento, es experiencia, es instinto, es análisis de lo que muchas veces la máquina no percibe. La IA es el asistente, no el experto, pero hay quienes lo juegan al revés. Y eso es peligrosísimo.
🔸 Puede sugerirte usar tecnologías que ni existen en tu mercado.
🔸 Puede recomendarte alianzas inviables por cultura o marco legal.
🔸 Puede ignorar tensiones políticas o el tono del entorno social.
No porque sea tonta, sino porque no vive en tu realidad.
Y tú, si no tienes el criterio y la experiencia para filtrar, vas a entregar documentos bonitos… pero vacíos, etereos. O peor: dañinos.
Ese es el nuevo riesgo del «consultor sin bisturí»: operar sin saber anatomía, confiando solo en la respuesta del manual.
La IA es el bisturí.
Pero tú, consultor, sigues siendo el cirujano.
Y si no tienes un nivel profesional muy alto, es seguro que… vas a cortar donde no debes.
IV. Un paso más: ¿Qué pasará cuando los clientes también dominen la IA?
Vale la pena hacerse una pregunta incómoda siguiendo con el punto anterior:
Hoy, quienes vamos un paso adelante en IA, porque pasamos muchas horas del día aprendiendo y usándola, por lo que sabemos explotarla aunque no seamos expertos en ella. Sabemos usar modelos que razonan, hacer un buen search, aplicar deepthinking, y con ello automatizamos procesos.
Es decir podemos hacer consultoría rápida que suena inteligente… y lo parece… y sí, muchas veces también puede serlo. Esta consultoría la aplicas a diario en tu trabajo si resuelves problemas, o la aplicas al exterior, con clientes…
Pero ¿cuánto tiempo va a pasar antes de que los propios clientes descubran que pueden hacer exactamente lo mismo por su cuenta?
En ese momento, ¿cuántos consultores perderán su mina de oro simplemente porque su ventaja era solo operativa, no estratégica?
Cuando eso pase —¡y pasará!— el diferencial ya no será saber usar la herramienta, sino saber pensar con ella.
Y ese será el nuevo campo de batalla de la IA en la consultoría de negocios… aunque no todos saldrán avantes en esto. Hace falta inteligencia, habilidad y talento.
V. Entonces… ¿está muerta la consultoría a futuro?
No. Pero una parte sí.
La parte que vendía horas y horas de investigación y luego maquilaba slides.
La que se escudaba en el análisis para no ofrecer directrices con criterio.
La que se creía indispensable por hablar complicado.
Lo que está quedando no es menos consultoría.
¡Es mejor consultoría!
El consultor capaz de interpretar lo que la IA no ve: política, cultura, matices humanos.
Aquel que diseña estrategia, no solo entregables.
Aquel que puede contradecir al modelo de IA, analizando a través de su expertise sus entregas y ajustándolas antes de pasarlas al cliente. ¡Ese consultor sobrevivirá!
VI. La oportunidad de la IA en la consultoría de negocios (si estás dispuesto a merecerla)
La IA no viene a reemplazarte.
Viene a dejarte sin excusas.
Porque ahora que las herramientas están al alcance de todos, ya no se trata de quién tiene más datos, sino de quién tiene más criterio para usarlos.
Ya no se trata de entregar documentos impecables, sino de ofrecer visión que conjuge máquina y humano.
La transformación digital en la consultoría no es una amenaza, es un filtro: separa a quienes solo entregan, de quienes interpretan.
La consultoría no muere.
Muere el humo.
Y tú, ¿vas a seguir vendiendo horas… o vas a vender verdadera expertise?
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