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No quiero que me vendas… sedúceme

Todos los días, desde que nos levantamos y nos metemos a la ducha escogiendo un jabón, hasta que por la noche cenamos un plato de cereal, estamos expuestos a las marcas… y qué decir de cuando estamos en la calle… millares y millares de impactos publicitarios nos golpean.

Y en una realidad así, el cerebro no puede procesar tantos mensajes y por tanto los dicrimina simplemente. La única publicidad que en verdad nos afecta es aquella relacionada con productos que actualmente estamos buscando o aquella que nos seduce.

¿Qué significa que una marca nos seduzca? Seducir es inducir a alguien a modificar su comportamiento según la voluntad del que seduce. Aunque suele emplearse para referirse a intentos de tipo sexual, aquí nos referimos a los intentos para atraer la atención y preferencia del consumidor.

En los días en que vivimos bueno es igual a malo. [tti link=» Twittea esta frase»]En los días en que vivimos bueno es igual a malo[/tti]

Si una marca no es espectacular, si no logra seducirme, no tendrá mi atención jamás. Y aún más allá, que no les quepa duda: vivimos en un mundo infiel. El que hoy me haya seducido una marca, no quiere decir que lo hará mañana. [tti link=» Twittea esta frase»]Vivimos en un mundo infiel. El que hoy me haya seducido una marca, no quiere decir que lo hará mañana[/tti] Las marcas deben reinventarse una y otra vez… aún cuando vendan su mismo producto. Para ejemplo, este brillante diseño para anunciar que Burger King abrió un punto de venta en la estación central. Una espectacular metáfora de hamburguesas, papas y refresco con un juego de equipaje.

¿Así o más seductor?

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