
Pocos sabrían si se les entregara un mapa de Europa, señalar con precisión dónde está Albania, y es que no se trata de un país grande o que usualmente encabece titulares globales. Sin embargo, el nombramiento de “Diella” como ministra vs la corrupción, un sistema de inteligencia artificial (IA) encargado de supervisar las licitaciones públicas en ese país, marca un parteaguas en la historia de los gobiernos y —aunque pocos lo visualizan— también lo es para el marketing y el mundo de los negocios. ¿Por qué? Porque es un claro ejemplo de que la IA sustituye funciones… aún las que creíamos más humanas.
Diella no es un asistente virtual, ni un chatbot simpático con interfaz amigable. Diella no es un Siri o Alexa con esteroides. Es una IA funcional y autónoma que vigila contratos públicos… es decir, administra una de las áreas más propensas a corrupción, opacidad y clientelismo. ¿Qué implica esto? Que por primera vez en la historia, un gobierno le ha delegado a un ente no humano una responsabilidad crítica. El rol de esta IA no es asesoramiento. Es tomar decisiones. Es poder. Es historia.
Por primera vez en la historia, un gobierno le ha delegado a un ente no humano una responsabilidad crítica.
¿Qué tiene que ver esto con el marketing? Mucho.
Diella es una revolución estratégica
Lo relevante del caso Diella no está en su tecnología, sino en lo histórico del hecho. No estamos ante otro uso creativo de IA, como generar recetas para un portal o redactar campañas; estamos frente a un modelo donde la IA sustituye funciones cubriendo un rol crítico. Es la validación de que, incluso en contextos delicados, la IA puede ser mejor opción.
Y esto no se limita al gobierno; ya habíamos analizado el caso de la banda The Velvet Sundown… la banda presuntamente creada con IA. ¿Estamos ante un cambiop brutal de paradigma?
El caso Diella es una advertencia —o una inspiración— para que las empresas dejen de ver la IA como herramienta y comiencen a construir operaciones nativas de IA.
Las organizaciones que no den ese paso no solo quedarán rezagadas; serán superadas de forma irremediable por aquellas que integren inteligencia artificial en sus procesos medulares.
El impacto directo en el marketing
Hablar de IA en marketing ya no debe quedarse en la simple personalización de anuncios. Eso es el ABC. Lo que viene es un marketing nativo de IA.
Creatividad aumentada
Sí, la IA puede crear textos, imágenes, videos y hasta narrativas completas. Pero el rol del marketer no desaparece; se transforma. Pasamos de ser creadores a ser directores de orquesta. Nuestra función: marcar el tono, definir los valores, establecer el propósito. La ejecución operativa será automatizada, la estrategia será humana.
Análisis predictivo del consumidor
La analítica predictiva ya no es lujo, es necesidad. Un “Diella del marketing” puede predecir cuándo un consumidor abandonará una marca, qué lo hará volver, cuánto está dispuesto a pagar o qué contenido lo hará actuar. No se trata solo de saber qué pasó, sino de saber qué pasará.
Hiperpersonalización a escala masiva
Si Diella puede aplicar imparcialidad a millones de datos de contratos gubernamentales, una IA marketer puede hacer lo mismo con datos de usuarios. No solo segmentará… creará campañas únicas, ofertas irrepetibles, micro-sitios personalizados, experiencias individualizadas.
El nuevo rol del marketer y el profesional de negocios
Como ya lo vimos en películas como Barbie, las marcas que triunfan no son las que crean más contenido, sino las que entienden el momento cultural y lo traducen en conexiones reales. La IA sustituye funciones, pero sin una dirección ética y visión humana, solo generará ruido.
El marketer del futuro será:
- Un estratega ético: capaz de cuestionar el uso de la IA, asegurar transparencia y proteger la confianza.
- Un intérprete de datos: no basta con que la IA hable, hay que saber qué quiso decir.
- Un formulador de preguntas inteligentes: porque la calidad de las respuestas de una IA depende de la claridad de las preguntas.
La sinergia humano-máquina
La IA no llega para sustituir al creativo, sino para liberar su tiempo. Para que en vez de pasar horas seleccionando targets o ajustando palabras clave, se dedique a crear universos narrativos, a explorar arquetipos, a construir marcas que resuenen.
Imaginemos un entorno donde la IA sustituye funciones haciendo el seguimiento del customer journey, la personalización del mensaje, la distribución del contenido… y nosotros diseñamos los valores, la voz y la promesa de marca.
Diella no es solo un hecho histórico, es una brújula
Podríamos pensar que esto es solo un hito en Albania, que no aplica a nosotros. Pero ignorar a Diella es tan absurdo como si Blockbuster hubiera ignorado a Netflix por ser “solo una plataforma online”.
El marketing, la comunicación, la estrategia empresarial… todo está siendo rediseñado por la inteligencia artificial. Y no se trata de usar IA. Se trata de pensar como IA.
Si tu empresa aún ve la IA como “una herramienta útil” y no como el núcleo operativo del futuro… estás mirando el mapa del siglo XXI con lentes del siglo XX.
Y en el mundo de hoy, eso no es solo un error… es una sentencia de irrelevancia.
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